Escribo este post con 5 ampollas. No, no en los pies. ¡En las palmas de las manos!
Hice un cambio radical que me está recordando que para ver resultados diferentes… ¡hay que cambiar la rutina!
Y bueno. Correr ya es mi rutina. Ya no me es extraño madrugar, hacer fondos, correr 21, 25 kms, andar en tennis, comer bien antes y después de una carrera… cumplo dos años y medio de correr, y la verdad he ido mejorando. ¡Lento, pero ahí voy! Los tiempos van bajando, las piernas son distintas, me canso… pero distinto!
Pero yo quiero algo más.
¿Por qué no puedo yo pensar en mejorar el tiempo de Roma en NY… puedo hacer menos de 4 horas y media? Sí. Pero entonces no puedo seguir haciendo lo mismo. Si hago lo mismo siempre, tendré los mismos resultados. Hay que cambiar la rutina. Hay que cambiar algo, si quiero cambiar esos números y correr mejor, correr más, disfrutarlo más y desgastando menos el cuerpo.
Si uno no busca un desafío más, si uno no se exige un poco más, si no cambia la actitud o se reta,… diay seguramente va a correr siempre igual. Igual que en el gimnasio, donde si no cambiás la rutina, pues nada, el músculo llega a un punto de confort, no subís, no bajás. Todo queda igual.
Para ver cambios esta semana comencé a entrenar Cross Fit, que combinado con correr, da muy buenos resultados. Mi instructor se llama Paulo Wesson y aparte de Cross fit también enseña Jiu Jitsu.
Cross fit es un programa de entrenamiento que incluye ejercicios funcionales; se hace en sesiones muy cortas pero super intensas. Les puedo decir que en 10 minutos uno queda fundido, ¡pero fundido! Y es excelente para mejorar la fuerza, la resistencia y también la velocidad. Aparte de que reta mucho la voluntad. ¡No es fácil! En el primer encuentro con la barra, el sudor de la palma de las manos y un workout intenso me dejaron las ampollas que apenas hoy se me van sanando. Pero es una enorme satisfacción sentir otros músculos trabajados, y entender que esto será una buena base para los objetivos nuevos.
Y este es el primer cambio. ¡De muchos! Comiendo lo mismo, haciendo lo mismo, leyendo lo mismo… obtenés lo mismo. No tiene sentido. Creo que eso es parte de lo que se aprende corriendo. ¿Querés más? Hacé más.
Tengo el propósito de mejorar ese 4.34 de Roma para noviembre, en NY. ¿Cuánto puedo bajar? No sé. Las matemáticas las hará mi entrenador. Pero la única manera de saberlo es tomando decisiones y cambiando. Cambiando.
Las cosas suceden si uno se mueve y las provoca. Los buenos tiempos y las grandes satisfacciones no están haciendo fila ahí afuera, hay que salir a perseguirlos. Al que quiere cuadritos, qué tirada, ¡no los venden! ¡Hay que marcarlos! Al que quiere correr más rápido, ¡pista, pista! Al que quiere un título académico, ¡a estudiar! La diferencia es decidirse y hacerlo.
A veces no es pereza, es miedo. Y el miedo es la cosa más normal del mundo, todos lo sentimos. La diferencia es lo que él nos haga a nosotros: si nos frena, nos inmoviliza, o nos pone alerta. El escritor Julio Bevione dijo una vez que “la acción mata el miedo“. No le de mucho tiempo a las excusas. Hágalo, cambie. Algo va a pasar.